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jueves, abril 12, 2007

Con el sol sobre mi espalda, la arena cálida, el agua salada, mis ojos cerrados, mis oidos abiertos al murmullo de las olas, sentir el viento golpear mi cuerpo, dormir profundamente sin perder la conciencia, sentir como cada gota de sangre te va recorriendo las venas, como si los pulmones se entumieran con tanto aire...

Y recuerdo que pensar tanto no es bueno, así que solo me relajo, me quedo quietecita, y no recuerdo nada más.

Por la noche, lejos de los demás, caminando por la playa, descalza con la arena húmeda bajo mis pies, en el cielo habia tantas estrellas, no había luna, y al sentarme mi falda se mojó con el agua del mar, y mis piernas se llenaron de arena, sin historias que recordar, eso me entristecía más; abrazaba mis piernas muy fuerte, hasta que no pude más, no pude más.

Mis días en la playa terminaron, y yo no puedo más, lo tuve que hacer, y desde hacía unos minutos que no me sentía tan estúpidamente mal como ahora...


No pasa nada, mis manos tiemblan al compás de la voz, no pasó nada.